DE VIAJE

1. PRE A: FALTA MENOS

Los viajes están cifrados, condensados en una despedida imposible, la de mi papá. Él viajaba mucho, decía que se iría a vivir a Hawai, cosa que nunca pudo cumplir al acortarse tan abruptamente su vida. Y murió en un viaje. Por eso cada viaje tiene un poco de eso, de muerte agazapada. Un documento perdido, un imprevisto que me dejará solo. No es nunca una catástrofe, es sutil, personal. Es morir en medio de lo que más le guste a uno, como a él la cancha de tenis, y un grito ahogado.
La despedida me parte.
La partida me despide.

2. PRE B: ES MAÑANA

Nunca exulto
antes de un viaje
temo
escollos murallas gente en contra
presiento
la huelga más feroz la caída del cielo un minuto antes
no tengo imágenes del instante
una vibración en el cuerpo, insoportable pesadez
que me deja solo
y aislado

3. DURANTE A: PRIMER DIA

Me duelen los pies
como a cualquier otro voraz
turista paseador visitante
y en medio de la soledad
colores, gestos, emanaciones
carteles que acusan incomprensión
y remiten a los que ignoro
en mi ciudad ahora revuelta
desencajada fuera de foco
belleza cuestionada y sus formas
¿será bello lo habitual?
¿la costumbre maquilla
la fealdad?
una sonrisa al sol en un puente
(es brooklyn)
se trastorna en llanto
extrañamiento en otra vida
otros cruces y arriba yo
transeúnte de mi vida
ignorado respetuosamente
por todos, casi
desespero por compartir
clavo los pies, reboto
mi cabeza gira redonda
es tanto ruido metálico
de voces que se saludan
desinhibidos en su lengua
sueltan palabras
sigo y sigo y sigo
no alcanzo
gime mi columna
mis pies se resisten
por fin.

4. DURANTE B: UPPER EAST

Nueva York tiene ese poder irreal de volverlo a uno transeúnte casual de alguna película que ya ví. En este café en Lexington, podría haber una escena, y yo ajeno en este cuaderno ser parte del decorado. Amarillo, mi buzo, sería un poco llamativo para esa toma donde debo ser fondo gris. Y me impresiona como los frentes de los edificios esconden riqueza, con nannies negras o marrones llevando bebés rubios en sus carritos. Las chapas de los médicos revelan que por aquí la cirugía estética está más de moda que las clínicas (en realidad no existen, afearían la vista de tan bella zona). El español, castellano, chicano o spanglish es servicio con un bigote finito que lo delata, lo mismo que la ropa que lleva muchos logos. Quizá deban “marcarse” para transitar esta parte anónima de la ciudad.

5. DURANTE C. DISGRESIÓN SOBRE LA LENGUA

Estar by myself descubrí
no es igual que alone
solo en ambas palabras
no dicen lo mismo
andar solo, estado físico
es un tránsito buscado by myself
alone un estado del alma
fría hasta en verano
desesperante cuando la ciudad
se pone florida.
By myself es acostarme
brindo por la salud de todos
recuerdo el amor
me cobijo hasta la mañana,
alone y lonely despojo
casa con persianas bajas
sin visitas un parquet desvencijado
igual nadie lo mira
arrastra los pies sobre él
arrugado y seco sin vistas
hastiado
hasta de su propio espejo.

6. DURANTE D. LEER A PAUL AUSTER EN NY
(Europan, 8th. Av.)

Es el instante de estremecimiento
leo a otro y se eriza mi piel
la belleza se cuela por
mis ojos
sin formas
colores
marcos o adornos
puro papel despertador
y deseo de esto
bajar a tierra como un cable
evitar electrocutarme por alta tensión
si pudiera lograr lo mismo
sólo movilizar un instante
sin miedo
belleza sencilla emanada
y un coro de voces girando
devolviendo diverso
lo único
una buena lectura
devenida letra
para otro.

7. DURANTE D. VIAJO EXTRAÑADO

¿Es la lengua o el paisaje
lo extrañado?
¿es ese cuerpo o sus ojos?
¿su voz?
¿vos?
rumores internos emergen
humores entrecruzados
incompletud (no es de viaje)
siempre otro lugar puede ser
o haber sido
ahora debato a solas
y es abismal
animal, gutural
vibración de años
quebrando mis rodillas
anudando mi garganta
vuelvo la lugar-paisaje lengua-voz
único punto definido: yo
el resto ajeno satélite
a quien soy busco
deseo.
Es eso lo extraño de esto
yo (en transformación
otro viaje)

8. DURANTE E. LA LENGUA

No podía conciliar
mi sueño
en el vértigo del idioma
parecía entender
escuchar la radio tv
o una murmuración en la calle
acelerado con vértigo
me era imposible olvidar
lo que recordaba.

DURANTE F: MEMORIA Y OLVIDO

Escribo sobre la memoria y el olvido. Es nombrar un poco la vida y la muerte. Olvido, que se trastorna en falso recuerdo y memoria que se eterniza solamente (claro) en facetas únicas. Y olvidar el resto, sea bueno o malo. Habito en mi memoria. En una memoria de trabajo, la que vuelve asequible el cepillo para la lavarme los dientes. Hábitos y costumbres son olvidos se que hicieron cuerpo para ser. Así el hábito puede ser un poco ausentarse o morir. El recuerdo es el contacto con la carnalidad húmeda de lo vivo y la aspereza de lo concreto (un golpe contra esa mesa que se puso en mi camino, justo)

DURANTE G: FELICIDAD FORÁNEA

Llegó la hora o turno
a la felicidad, tal es
incompleta fugaz o tenebrosa
escape o elevación sin conciencia
un poco artificiosa a veces
no tiene nombre
sino ése, ser o estar feliz
cuando todo puede pasar
se levantan las barreras
el paso es un cruce
de confluencias líquidas
sentado acá comprendo
puedo habilitarme estas líneas
y la felicidad aún evadida
se regocija del encuentro
me deja sus besos efímeros
y se reduce a su sitio
así todo puede ser
que sea.

DURANTE H: LA LIBERTAD

Ayer a la noche vi de cerca la estatua de la libertad. Irreal iluminada. Quizá era un inmigrante que temía por su futuro. Esa ballena emergiendo, leviatán para Auster. O un turista regocijado de ver como arde su llama. Arde. Lloran ambos por su viaje. Memoria de otros paisajes nocturnos. Fuegos y luces. Otros idiomas lo habitan fugazmente. La lengua madre no se olvida nunca; mis abuelas contaron sus monedas en húngaro hasta el último de sus días. Sonaba: heit, ketu, harom y o se contar más. Su dinero en otra palabra. No me dejaron aprenderlo y no por falta de generosidad, creo, sino para olvidar y dejar espacio a la lengua nueva dialogando con comodidad entre ellas en su propio cocoliche. La estatua arde, la libertad es olvido de otras playas e islas (la de Manhattan se ve como rascacielos iluminando la ausencia de esas torres). Un desierto de agua salada entre esto y lo viejo. Y a veces el olvido es desarraigo y auto odio. Si no puedo ser el que era, me amarro en un ser nuevo que no soy yo y nadie me reconoce. Un viaje tan corto como el de ayer, pura foto y sonrisas. Y lo irreal de la postal en que uno se ancla para ser y sobrevivir después en la foto de otro. Una instantánea, en la retina para el recuerdo. Y la obsesión de no querer olvidar lo volátil. Inmigrante de sí mismo, pertinaz sembrador de huellas para el olvido perfecto y, por lo tanto, imposible.

DURANTE I: RECUERDO DE OTRO VIAJE.

Cargaba los libros a mi viejo Fiat Uno, ése que compré tercera mano, sin advertir que tenía un mini agujero en la parte trasera, en el piso, entre los asientos, lo cual llenaba de agua, leve pero bastante, el interior del coche con cada lluvia. Por suerte en Jerusalén llueve sólo tres meses por año. Lo recuerdo. En cámara lenta, como todas mis decisiones. Había decidido comprar la enciclopedia judaica, dieciséis tomos de sabiduría ancestral, en inglés, pero usada. El Jerusalem Post publicaba los viernes avisos de muchos turistas, residentes temporarios, futuros auto exiliados y aventureros que vendían sus restos no reciclables a bajo precio. Y así fue. Llegué, verifiqué la calidad y pacientemente por escaleras y de a cuatro tomos hice mi viaje. El de esos libros que después sirvieron para que la cama esté levemente inclinada, al ponerlos bajo sus patas, y evitar mayores pérdidas y riesgos en el embarazo de Bruno.
El saber alumbra.