Sábado al mediodía

La verdulera me recomendó ése tomate
preguntando por mi habitual banana
rió fuerte. Me hizo cosquillas
la lechuga francesa, un poco
es para mí solo
la otra (verdulera) asomó por sobre su hombro
rió también. Se sumaron estridentes
me perdonó cincuenta centavos
las monedas escasean
pero viven en la abundancia
y mientras salía
ellas seguían riendo.
Me sentí feliz
inexplicablemente plácido

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