Escribir es una maldición

¿Releo? ¡Mentí! No me atrevo a releer. ¿De qué me sirve leer? Lo que está allí es otro. Ya no comprendo nada.
Fernado Pessoa
“Libro del desasosiego" Pág 99
"Escribir es una maldición"
Clarice Lispector

Sí, en especial cuando uno se lee y en voz alta. Si se corta la lectura, es por la maldición. Al mismo tiempo ajeno, alienado, lo escrito descorre desde dentro, retuerce, lacera, dobla y extrae. Maldición a dos bandas: lector reconvertido en escritor, antes y ahora, desde el ojo a la garganta recorriendo lo que antes fue desde el corazón a la mano. En medio la duda más radical sobre la propia exposición, mostrando algo en que no puede ver-se. Tarde: otro lo leerá y lo sabrá. Maldición. Me entrego y me pierdo; entre mis letras me verán, husmearán en mi carne más débil y en mi debilidad más carnal. Inerme. Desnudo. A la vista, como en esa pesadilla recurrente en que me doy cuenta tarde que estoy en calzoncillos (¡qué palabra antigua! No tengo otra para lo que me avergüenza en ese momento). Corro desesperado, aviso. Ya no puedo hacer nada. Me vieron. Descubrieron mis piernas al aire. Es el texto. Y el despertar es desazón. Algo mal dicho: maldito.

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