Según Las
metamorfosis de Ovidio, la ninfa Eco
se enamoró de Narciso, pero éste la
rechazó. Por eso ella, desolada, se ocultó en una cueva y se consumió de dolor,
hasta quedar solamente su voz. Némesis, la diosa de la venganza, castigó a
Narciso haciendo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente,
consumiéndose de amor hacia sí mismo. Allí donde murió, brotó la flor
azafranada que lleva su nombre: Narcissus.
{1.
Refraseo}
Ella se hizo piedra y reverberación
Él se deshizo en aroma y pétalos
antes fue el amor y la indiferencia
la belleza y la extinción
un desencuentro
de voz y mirada
ella repetía las últimas sílabas
de él, ufanado en su esplendor
en su resplandor.
Yo
en el bosque tupido había visto
al río hacerle el amor
a los juncos dejarse penetrar
por el sol
concebir seres incomprensibles.
Él se volvió sordo
a los deseos
ella reptó tras él
como garrapata quiso adherirse
sin éxito
él se deshizo de ella
giraron como un remolino
forcejearon con voz ronca
y el sonido subía
a la copa enramada.
Yo
un mirón
desde este mirador
la observé desnuda
piel con hueso
desnutrida desecha descascarada
pechos pegados
pezones raídos
sexo pelado
no pude saber
sin embargo
si ella miraba
y a qué.
Él erguido
estatuario
hijo de dioses
cultor de sus músculos
cola erguida
su abultado miembro se imponía
sordo a las súplicas
de ella, mientras él
se admiraba en espejos de agua
cristalinos calmos
vírgenes de ojos.
Yo
descarado en la espesura
tocaba las hojas
acariciaba las flores
contenía el jadeo
jugaba con mi entrepierna.
El deseo acechaba con mis córneas.
Ellos no se dejaron
ellos se marchitaron
ella se hizo eco
de una cueva hueca
él una leve inexistencia
tragada por el río
que lo parió insufrible, narciso.
{2.
Nuevo Fraseo}
Inconfesable amor
como el de Eco por Narciso
ella repetía la última parte
de piropos que él lanzaba
a otras en aquel tupido
bosque.
Yo
me relamía en las bellezas
al abrigo de árboles
tremendos pétalos
descomunales palabras volcánicas
reverberantes
ante la ceguera de Tiresias
(antes divisó a Edipo, rey de pies
hinchados
adivinó a Moisés más tarde y Perón
y Mao y Mandela)
Yo
observé deshacerse
en el espejo prístino del agua a un
Narciso
mientras ella lloraba hipo
a repetición
anticipando la pérdida
del rebelde y bello
Dorian Gray del prado
retoño acunado entre fresias
amapolas, anémonas y alegrías del
hogar.
Yo
grité ante la tragedia
pude ver y oír
miradas y voces
ahogadas por tanto amor
promesas incumplidas
vaticinadas por el invidente
oráculo.
Yo
me vi
arder con ellos
Yo dejé mi ser anterior
Yo testigo
Yo cómplice de las muertes
Yo el acusativo
Yo el deíctico (ese Yo soy Yo)
a último momento me percaté
de la irrevocable profecía:
eco resonaría cavernosa
y una flor, Él, narciso.
{3.
Puesto en escena}
Un film que lo noqueará
boquiabierto quedará
y ojos morados
un golpe a la ignorancia supina
una refrescante mirada para la
temporada estival
el origen real de aquello que creemos
obvio
la tragedia de Eco y Narciso
un guión que refleja lo que Ovidio
sabía
aquello que Tiresias pudo entrever
en su tenebrosa ceguera.
Penélope Cruz y Antonio Banderas
inmigrantes de Hollywood
conquistadores de bellezas sajonas
que se atrevieron a la lengua de
William
como en todas sus actuaciones
engreídos como nunca antes
protagonizando
ella la reverberación como en Tango
él
lo que más adora: su amor propio
acompañados
por el recio Javier Bardem
en
el rol de Tiresias quien ciego al desastre
no
puede ver como su pareja
desaparecerá
en la caverna.
Véala:
aquí entra ella, pechugona
labios
gruesos repitiendo
lo
que Antonio asevera tan macho
musculoso
zorro
Javier
dice que sabe
que
Tony no durará mucho más
(una
hora y treinta minutos)
Ella
se rinde
Él
se mira embelesado
Ella
seguida por un séquito
mientras
todo sequito
él
se mira en el agua
Penélope
se hace trizas
treinta
kilos perdió para esta copro
(Backstage:
aclamado Copolla sonríe tierno
diciendo
^sigues muy bustosa para el papel”
Banderas
hace aspas de sus abdominales
ella
se va deshilachando
se
hace finita como su voz)
Ahora
él jadea frente al lago
una
cámara cenital lo toma
él
se toma
todo
el líquido
y
ella cada vez más desvanecida
diciendo
casi nada
agua,
gua, ua, a
agua,
gua, ua, a
a
su voz
ayudan
los efectos especiales
ella
se
hace eco
Bardem
aprecia como la profecía
Èl
se
hace flor
sobrevive
ciegamente
(el
director gordo
en
back
acongojado
sienta su traste
en
la diminuta silla plegable
y
la rompe
iluminador vestuarista continuista
guionista empresarios locales viñateros amigos envidiosos actores coreógrafos
de la danza de Cruz otros no definibles o indefinidos se suman a la procesión
de figuras que no tienen nada qué hacer en los ángeles
todos ellos
rasgan sus vestiduras
por el final luctuoso
tan promovido espectáculo
el gordo triste
culmina
en una caída libre)
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