Este verano fue muy seco.
Las lluvias de hoy
las de las últimas semanas, cayeron bien
en el centro de mi cabeza
me enjuagaron
los pantalones pegados al cuerpo
el limpiaparabrisas, inquieto
me despeja del sopor
aunque no creo que sea otoño
apenas un poco de aire brotando de los poros
entre tanto hormigón ardiendo
un poco de viento que percibo entre las torres
que te mojan cuando esperás que atiendan
guardias ceñudos
sólo ven sospechosos y números de serie.
Desde adentro
no hay diferencias térmicas:
hay malos y bien educados
señoras con siliconas
viejos buenos chicos malos
sucios mendigos
cartoneros con niños cargados como marsupiales
-no los dejarán en villa cartón-
aquí fuera pueden mojarse sin humedecerse.
En el calor, lo hediondo
la basura del centro se hace
conurbana.
Tomados de la mano huyen
chapotean la miseria de los edificios y restós
todos restos
un poco demasiado
a la vista
lo llaman ignominia.
Un verano seco
atroz de sudor
las manos que hurgan
vaya uno a saber
hasta que la estación sea el tren que los borre
de la superficie
la faz
la ciudad que exhuma
los cadáveres ya empapados
en la líquidez de toda esta inutilidad
mientras la lluvia me limpia los ojos
veo lo que me esconde el sol
tras mi ceguera insensible
la música de la cabina es buena
para estar sordo
a todo.

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